martes, 4 de septiembre de 2012

Bullying

El insulto repetido, la joda constante, el apodo hiriente, las bromas pesadas recurrentes, la burla, son males de todos los tiempos solo que recién, felizmente, le han puesto nombre, con lo que lo quieren identificar, seccionar, analizar y, de ser por ventura posible, solucionar.

Hay varias formas de responder al bullying: (1) te ríes a carcajadas, te resbala, te llega, (2) te enojas y los enfrentas a puño limpio, (3) te alejas del grupo que te jode y (4) te deprimes y llegas a pensar que es mejor no estar en este mundo.

Dice el que te jode que "no tienes correa", que eres "muy susceptible", "muy sensible" o "muy asado", tus amigos, acostumbrados, te dicen que "te ahogas en un vaso con agua", los resignados a la fatalidad que "el mundo es así", o, lo que te pone peor, que "ya no eres un niño".

Muy pocos, casi nadie, llaman la atención al que te molesta, el culpable eres tú. Y te sientes pésimo. Y es que el que te jode es muchas veces el chistoso, el gracioso, el criollo, el que tiene más amigos. Y él sí no se ahoga en un vaso de agua, a él le resbala lo que le dicen, es más, anima a que los demás también jodan, celebra las bromas pesadas que le hacen, las burlas de los demás. Anima a todos a seguir burlándose de todos.

En mi oteo de víctima perenne constato tristemente que no solo los heterosexuales homofóbicos nos hacen bullying, también los gays y no solo los gays masculinos.

Se ha vuelto un deporte, en algunos grupos, la mofa del otro, "te destruyo" es el grito de guerra diario, el coliseo romano aplaude cuando la lengua más afilada atraviesa el corazón más duro.

No soy de los que se enojan hasta agarrar a golpes a su agresor, aunque la rabia me envenena, lo reconozco. Y soy aun demasiado mediocre como para animarme al radicalismo liberador. Yo, simplemente, me alejo.