Tiene 30 años pero parece mayor. ¿Por qué generalmente la gente de provincia parece tener más que la edad que tiene y los de Lima parecen tener menos? ¿Será que la vida hetero de las provincias te envejece? O sea ¿te forma el carácter? La vida blandengue, comodona y alegre de la Lima cosmopolita ¿te mantiene joven? O sea ¿te vuelve un chico Sex & The City?
Me gusta mi amigo de provincia. Es alegre, sencillo, romántico, desinhibido, varonil, chistoso, cariñoso, tiene vellos en el pecho, buenas piernas, rico trasero… hummmm…. Pero está lejos.
Nos conocimos por un mensaje que me mandó por el gaydar hace como un año atrás. Hemos estado escribiéndonos, teníamos una conversación fluida, congeniábamos en muchas cosas. En sus fotos de Hi5 se veía riquisisísimo en su terno oscuro. En la webcam confirmamos que nos atraíamos. Nuestras voces por el celular nos gustaron…
Pero era uno más de los tantos amigos que haces en internet. Como él me invitaba a ir para allá y yo lo invitaba a venir para acá y ninguno quería hacer ese viaje, dejamos que las cosas pasaran. Pronto nos aburrimos y dejamos de comunicarnos tan frecuentemente. Yo entré en una relación, luego en otra y como que todo se fue olvidando.
A fines de mayo nos volvimos a encontrar. Creo que en el chat de gayperú. Volvimos a conversar con fruición. Yo estaba apesadumbrado por la forma como había terminado una relación. Y él no se qué tenía pero ambos como que necesitábamos conversar. Volvimos a flirtear y a soñar con viajar y vernos.
Las cosas hubieran terminado como antes si no fuera porque a un amigo común de internet se le dio por hacer de Celestina. A este amigo común yo no lo conocía. Solo flirteamos unos meses por internet hasta que, igual, nos aburrimos. Pero nos caíamos bien. Mi amigo de provincia había tenido un choque y fuga con él, un choque y fuga doble digamos, acá en Lima y allá también. Y habían quedado como buenos amigos.
Entonces. Este amigo común le dijo no se qué cosas de mí que lo animó a venir.
Lo recogí del paradero, lo llevé al Miller y estuvimos ahí, prácticamente, las 36 horas que estuvo en Lima. Todo el programa que habíamos hecho para salir en Lima, ir al cine y tomar fotos se fueron al agua. Me regaló un viernes/sábado espectacular. Me dio todo el cariño y afecto que necesitaba en ese momento. Lo dejé en su paradero. Se fue y al rato volví a desearlo. Una cosa increíble. Los días siguientes me excitaba sólo de pensar en él. Escuchar su voz por el teléfono era tener una erección. A la semana no pude más y tuve que tener sexo (¿seré un adicto al sexo?). Mi amigo E., que siempre me reclamaba que nunca lo llamaba se sorprendió de escucharme pedirle vernos y sentirme tan excitado (al día siguiente me dijo por el Messenger “estuviste buenazoooooooo”). Pero apenas terminar, aun en la cama, mientras E. estaba en el baño, le escribí a mi amigo de provincia un mensaje de texto diciéndole que lo extrañaba. Luego, camino a casa, le volví a escribir “¿si tuviera sexo con alguien debería decírtelo?”. Me respondió “¿Quéeee? ¿Has tenido sexo? ¿Tan rápido? Ja ja ja ja”. Y me estuvo interrogando un buen rato. Un amor.
Quería viajar en este fin de semana largo a verlo. Pero no pude. Tuve trabajo. Quise hacerlo hoy. Pedí ayer mi pasaje al servicio delivery de Cruz del Sur. Me lo debían traer hoy. Pero apenas me desperté llamé y lo cancelé. No estoy convencido que una relación a la distancia funcione. Sobre todo si recién empieza. Él me dice que se vendría a Lima a trabajar. Pero ayer me dijo que acababan de contratarlo allá en otra empresa y con mejores condiciones. Quizá con el tiempo. Quizá en unos meses. Me dice que esta nueva empresa tiene filial en Lima y podría pedir su traslado. Pero ¿en unos meses? ¿2? ¿3? ¡¿4?!
Mis relaciones de lejos no han funcionado. Mi primera relación (en la época sin internet y de las caras llamadas telefónicas) acabó por la distancia. Mi segunda relación igual. Mi cuarta relación (ya en plena era de la comunicación) fue con alguien de provincia, estuvo enferma de desconfianza, celos y hubo engaños efectivos. Al menos, yo, no he encontrado la solución a una relación a la distancia. Y eso que he intentado. Trato de estar comunicado. Gasto en llamadas. Estoy siempre en el Messenger. He llegado a entregar las claves de mis correos. He dado las llaves de mi departamento (para que haga auditorías sorpresivas cuando quiera). No dejo ninguna llamada sin contestar. Pero nada finalmente parece funcionar. Siempre hay temor, inseguridad, celos. Leí que Sartre y Simone de Beauvoir en su relación a la distancia habían quedado en que podrían tener sexo con otros y en sus cartas se contaban cómo habían sido sus eventuales relaciones. Podría ser esa la solución. Pero no creo que al comienzo.
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