Las cosas andaban bien a comienzos de año: Algunos puntos de la agenda LGTB se habían insertado con fuerza en el debate electoral (ver mi post del 21 de enero por ejemplo), los candidatos expresaban su disposición a apoyar la Unión Civil entre parejas del mismo sexo, Rodriguez Cuadros incluso manifestaba su acuerdo con el matrimonio, PPK se atrevía a decir que el pastor evangélico Lay también apoyaba la unión civil. Además, un grupo de activistas trabajando con Gana Perú habían propuesto una agenda mínima LGTB que incluía el matrimonio igualitario y Kenji decía que no solo apoyaba la unión civil sino también la adopción…
Luego las cosas parecían ponerse mejor. Vimos a Monseñor Bambarén disculparse por usar “maricones” como término peyorativo en una entrevista (ver aquí). Vimos el rechazo en todos los medios al maltrato de los policías a activistas LGTB durante la manifestación pacífica besos contra la homofobia (ver por ejemplo el artículo de Rocío Silva Santisteban), luego la condena de diferentes personajes a la homofobia de Phillip Butters (ver aquí), la campaña en el face de Radio Capital donde muchos colocamos un texto para que sancionen a Butters (“lo que está pasando en el facebook de Capital no tiene antecedentes. un cálculo al vuelo: casi 800 comentaristas copiando y pegando el mismo texto” dijo el Útero de Marita en su estado del Facebook del 1 de marzo), el apoyo masivo de la población LGTB al segundo Besos contra la Homofobia (19/2) y la simpatía con la que lo vieron los medios (ver aquí por ejemplo), la réplica de los besos en Chiclayo (aquí), la alcaldesa de Lima amadrinando matrimonios homosexuales simbólicos (aquí),…
Estábamos en el mejor de los mundos. El activismo parecía dar frutos y la prensa se mostraba a nuestro favor. Como las tres páginas dedicadas por La República al matrimonio igualitario, el reportaje de Juliana Oxenford, el beso de Aldo Miyashiro a Gio en “Enemigos Públicos”, el artículo de Jorge Bruce, el de Marco Sifuentes…
Toledo iba, de lejos, primero. Keiko (que lleva a gente del Opus Dei y de los Evangelistas en su lista al Congreso) estaba segunda, pero Toledo le ganaba fácil en segunda vuelta.
Y de repente, como si todo hubiera sido solamente una fiebre veraniega, una alucinación feliz, una embriaguez generosa, un sueño, empezaron las malas noticias.
El 4 de marzo había ocurrido una primera señal. RPP quiso generar un debate sobre el matrimonio homosexual entre Rafael Rey del Opus Dei y Marisol Espinoza del partido “antisistema”, pero en su lugar encontró aburridas coincidencias (escuchar aquí).
El 13 de marzo aparece una nota en La República en donde el vocero de Perú Posible, Carlos Ferrero dijo también que el matrimonio era entre un hombre y una mujer (leer aquí).
Podía no ser muy extraño considerando que en Gana Perú y en Perú Posible la apuesta siempre fue por la Unión Civil. Pero decir a los medios que estaban en contra del matrimonio igualitario era, por decir lo menos, poco “gay friendly” en partidos que supuestamente estaban a favor de nuestros derechos y en contra de la discriminación.
El 13 de marzo la Universidad Católica difunde una encuesta en donde se ve el repunte de la más conservadora de las agrupaciones en carrera: Alianza para el Gran Cambio (donde coinciden el grupo evangelista de Humberto Lay, los conservadores del PPC y la homofobia de Yehude Simons), que deja de estar por debajo del 5% para saltar a 11% (actualmente en 16%).
El 16 de marzo se conoció que el gobierno aprista no firmaría la Declaración de las Naciones Unidas contra la violencia y las violaciones de derechos humanos dirigidos contra las personas por su orientación sexual e identidad de género (ver aquí). Cosa que vergonzosamente se hizo realidad el 22 de marzo cuando esta declaración fue presentada al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, convirtiéndose el Perú, junto con Guyana (donde la homosexualidad está penada con cárcel), en los únicos países de América del Sur que no lo firmaron (aquí).
El domingo 20 de marzo, en Panorama, Humala confirma que Gana Perú se opone al matrimonio gay y estrena un enredado discurso nuevo sobre la Unión Civil, en donde no queda claro si la apoyará o no (aquí).
Si el día domingo habíamos fruncido el ceño sin entender qué pasaba. El lunes 21 de marzo nos convencemos que volvíamos al peor de los mundos: Humala desayuna con el mayor opositor a la existencia de los homosexuales y sale de la reunión “seducido” por este (“hemos percibido el carácter alegre y joven del cardenal”), asegurando que su familia es católica y conservadora, que coinciden en la importancia de la familia y en que se debe fortalecer los valores de la familia (“el hombre y la mujer y los hijos”) y que la defensa de los valores debe ser una tarea compartida entre los políticos y la iglesia católica… (escuchar aquí). El candidato antisistema, en quien mucha población LGTB ponía sus aspiraciones para cambiar precisamente el sistema que los discrimina, los maltrata, los humilla y los violenta, había sido convertido.
El 23 de marzo Castañeda se compromete, ante la comunidad evangélica, a no reconocer las uniones civiles entre personas del mismo sexo (aquí)…
Parece que, ante lo apretado de las encuestas, y a dos semanas de las elecciones, empezaran todos una carrera por deshacerse de las minorías problemáticas para recibir el respaldo del común.
Según la encuesta de CPI, publicada hoy, Ollanta Humala y Keiko Fujimori serían los que pasen a la segunda vuelta.
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