En conmemoración del 20 de setiembre de 1870, día de la unificación de Italia, lograda con la toma de
Roma y el confinamiento del papa en el Vaticano, conocido también como día del libre pensamiento, Manuel González Prada decía:
“No ha bajado a la tumba una religión que suponíamos enterrada bajo los
sarcasmos de Voltaire y las ironías de Renán. La vemos palpitar en rededor
nuestro, afanándose por dominar las conciencias. Algunos, aunque
librepensadores, la respiran en la atmósfera de su casa, la husmean en los
platos de su mesa, la sienten en la almohada de su lecho. La Ciencia y la
Religión ejecutan un perdurable movimiento de báscula: si una sube la otra
desciende. Nadie negará que la Ciencia no para en su movimiento de ascensión.
El Catolicismo desciende y en las naciones civilizadas no vive una vida muy
gloriosa. Sin embargo tenemos que asestarle golpes continuos para acelerar su
muerte. Aunque le veamos reducido a cadáver, sigamos golpeándole: hay muertos
que debemos matar una y cien veces.” ("HORAS DE LUCHA").
En nuestra cortoplacista visión de provincianos
periféricos, alucinados por el lujo y las formas, nos pareciera un sinsentido lo que decía el maestro en 1905. Con la intención de contribuir con una mirada de largo plazo hago, en este post, un resumen de la historia de la Iglesia romana de Pedro hasta ese día de 1870.
Veamos.
ÉPOCA ANTIGUA: El Obispo de Roma (pastor de almas) se convierte en la cabeza administrativa de Roma
Todo empieza con Pedro trasladándose a Roma a realizar labor apostólica (aunque hay una discusión de si realmente estuvo o no en Roma). Con él se funda el Obispado de Roma.
Posteriormente, con la explicación de que un obispo
hereda la dignidad del fundador, el Obispo de Roma (no el de
Jerusalem ni el de Constantinopla ni ningún otro) es considerado el principal de la Iglesia Católica (y, con el tiempo, llamado “papa”).
En el año 392 el Emperador Teodosio convierte al cristianismo en la religión del estado, la hace obligatoria y prohíbe los cultos paganos.
Para entonces, Roma era ya una ciudad en
franca decadencia: el Emperador Diocleciano (284-305) había trasladado la
capital del Imperio a Milán para poder enfrentar mejor las invasiones bárbaras
y Constantino (306-377) la traslada a Constantinopla (consolidando lo que se
llamaría el Imperio Romano de Oriente [o Imperio Bizantino], por oposición al
Imperio de Occidente a punto de desaparecer).
El virrey bizantino de Italia se instala en Rávena, que se encontraba mejor defendida. Roma es saqueada por los visigodos en el 410 y por los
vándalos en el 455.
“Cuando se produjo el fin del
imperio Romano de Occidente (476), Roma era ya una ciudad provinciana inmersa
en un proceso de despoblamiento y de degradación de sus alrededores, proceso
acentuado por las luchas entre bizantinos y ostrogodos por el dominio de Italia
(saqueo de la ciudad [de Roma] por los ostrogodos en 546). Entre tanto, la
ausencia de un poder que atendiese las necesidades de la ciudad, por la falta
de interés por parte de los emperadores bizantinos, hizo que los papas se
erigieran cada vez más en sus administradores.” P. 13532.
ÉPOCA MEDIEVAL: La
Iglesia adquiere su máximo poder político y enorme riqueza
El prestigio de los papas como herederos de
Pedro, se acrecentaba y se demostraba en las donaciones que recibía para ampliar la fe cristiana a todo el territorio europeo (a sus posesiones en el centro de Italia se les llamó el "Ducado Romano" o el "Patrimonio de San Pedro"). Pero políticamente no dejaba el
papa de ser una entidad menor bajo la tutela del imperio Bizantino.
El hecho que fue un verdadero disparador del poder
político y riqueza de la Iglesia ocurrió en el siglo octavo.
Al norte de Italia existía el reino de los francos,
cuyos reyes (de la dinastía Merovingia) acostumbraban dejar la conducción del
reino en manos de sus Mayordomos de Palacio. Uno de ellos, Pipino el Breve, en
el año 751, decidió deponer a su monarca y fundar una nueva dinastía real (la
que fue conocida como Carolingia). Y la mejor manera que se le ocurrió para
ser, digamos, legitimado ante el resto del mundo occidental y católico, fue que el mismo papa sea
quien lo reconozca.
Para entonces los bárbaros lombardos habían invadido
buena parte de Italia, conquistado Rávena, hecho huir al ejército bizantino y estaban
a punto de entrar a Roma. Ergo, el papa se encontraba sumamente urgido de algún
aliado que pudiera enfrentarlos.
Así,
“El papa fue a St. Denis, cerca de
Paris donde firmó una alianza de amistad con el primer rey Carolingio probablemente
en enero del 754. Ungió a Pipino como rey, a su esposa e hijos y obligó a los
francos bajo pena de excomunión a elegir en adelante al rey de la familia
carolingia únicamente. Al mismo tiempo otorgó a Pipino y a sus hijos el título
de ‘Patricio de los romanos’, título que habían llevado los más altos
funcionarios bizantinos en Italia…” Aquí
Dice la Enciclopedia Católica de Aciprensa:
“Esta cooperación externa del papa
en la transferencia del reino a los Carolingios acrecentaría necesariamente la
importancia de la Iglesia.” Aquí
De hecho. Entre el 754 y 756 un agradecido Pipino el Breve obligó a los lombardos a entregar al papa las ricas y estratégicas regiones de Rávena y Pentápolis, con lo que echó los cimientos para lo que se llamaría los Estados Pontificios.
Evolución de los Estados Pontificios entre el siglo VIII y el XIII |
Luego de la muerte de Pipino el Breve su hijo, Carlomagno, fue más allá aún: fue nombrado, por el recientemente poderoso papa, “Emperador del Imperio Romano” (año 800).
Este hecho “se convirtió en base
histórica de las futuras relaciones entre los papas y los sucesores de
Carlomagno (a lo largo de la Edad Media, ningún emperador occidental era
considerado legítimo, a menos que fuera coronado y ungido en Roma por el
sucesor de San Pedro).” Aquí
Y pues, este gran poder trajo una gran
responsabilidad… que no siempre fue bien manejada. Los siglos que siguieron
fueron siglos de enfrentamientos entre papas y monarcas, aquellos
excomulgándolos o pidiendo a sus súbditos que no reconozcan su autoridad y
estos deponiéndolos, encarcelándolos o asesinándolos. Aunque siempre los papas encontraban
nuevas formas de recuperarse y mantenerse en lo más alto.
“En el curso de los ss. XI y XII el
creciente poder económico del Papado, la reforma cluniacense [abadías caracterizadas
por su independencia del poder civil y sumisión directa al papa] y el éxito de
la primera cruzada [1095-1099] dieron al Papa un nuevo prestigio” Enciclopedia p. 13,532 .
Pero, luego de siglos y siglos de ir ascendiendo
(con algunas mesetas y menores bajadas) en la gráfica del poder, en el siglo XIV la pendiente se vuelve
permanentemente descendente.
Resulta que en 1302 el Papa Bonifacio VIII
proclama “la supremacía del Pontífice sobre los monarcas, enfrentándose al rey
de Francia [Felipe IV llamado el Hermoso]”. Enciclopedia Salvat p. 7,912 La arrogancia papal no duró mucho pues Felipe el Hermoso lo
captura y encarcela. Poco después se nombra como papa a Clemente V (quien
“desde temprana juventud había sido amigo personal de Felipe el Hermoso”, aquí)
y se traslada la sede pontificia a Francia, específicamente a Aviñón.
“Durante la mayor parte del siglo
XIV, los papas elegidos fueron franceses y el centro espiritual de la
cristiandad fue la ciudad de Aviñón. El prestigio que había alcanzado el papado
disminuyó y la permanencia en Francia del sumo pontífice dificultó las
relaciones con los otros reinos cristianos.” MENTOR p. 820
En 1378 se inicia lo que se llama el cisma de
Occidente periodo en el cual gobiernan dos papas, uno en Aviñón y otro en Roma.
Culmina cuando en el Concilio de Constanza (1414-1418) se designa a un único
pontífice, con sede en Roma.
EDAD MODERNA: ¿Sin el
descubrimiento de América la Iglesia Católica hubiera terminado desapareciendo?
Se acostumbra datar el comienzo de la edad
moderna en 1453, con la toma del Imperio Bizantino por parte de los turcos musulmanes
y la invención de la Imprenta, o también en 1492, con el descubrimiento de
América.
Nada más empezar la edad moderna la Iglesia
Católica debe aceptar definitivamente que ha perdido a las iglesias cristianas
de oriente (hoy Rusia, etc.). Un cisma que empezó a finales del siglo
IX (llamado Cisma de Oriente) y que, si bien hubo intentos de reunificación,…
“En cada ocasión, la reunificación
fue rota casi inmediatamente después de haberla hecho. El último acto del cisma
fue cuando Dionisio I de Constantinopla (1462-72) reunió un sínodo y
formalmente repudió la unión (1472). Desde entonces no ha habido intercomunión;
existe una vasta iglesia “Ortodoxa”, aparentemente satisfecha de estar en cisma
con el obispo que aún reconoce como el primer patriarca de la Cristiandad.” Aquí
En 1519 surge en Europa el movimiento de
Reforma iniciada por el fraile alemán Martín Lutero, que provoca un enorme
desbande de fieles católico apostólico romanos hacia las iglesias que llamarán
“protestantes”. Presionado por estos reformistas Carlos V otorga la libertad religiosa
a los estados alemanes en 1555.
En 1531 el rey Enrique VIII de Inglaterra se
separa de la iglesia de Roma y crea la iglesia anglicana.
Con Calvino (1509-1561) llegó la segunda ola de
la reforma protestante que se extendería principalmente por Suiza, Holanda, Escocia y parte de Inglaterra.
Francia estaba en una guerra civil entre católicos
y calvinistas hasta que el rey, inicialmente calvinista se hace católico (1593)
exclamando su estupenda, aunque tristemente célebre, frase “Paris bien vale una misa”. Posteriormente la Ilustración y luego la
Revolución Francesa generarían un fuerte anticlericalismo en Francia que
reduciría a la Iglesia a su mínima expresión.
Italia, a fines del siglo XVI, era un mosaico de reinos con presencia francesa, española y austriaca. Los territorios políticos más grandes eran los Estados Pontificios (color violeta en el mapa) y el reino de Nápoles.
Mientras tanto en España:
“España se convirtió en la retaguardia de la Contrarreforma. La vigilancia estricta ejercida por la Inquisición y una fuerte censura fueron los bastiones de esa política. La rigidez llegó a medidas tales como la prohibición de cursar cursos en el extranjero.” MENTOR p. 835
Italia, a fines del siglo XVI, era un mosaico de reinos con presencia francesa, española y austriaca. Los territorios políticos más grandes eran los Estados Pontificios (color violeta en el mapa) y el reino de Nápoles.
EDAD CONTEMPORÁNEA: Fase terminal
“La ilustración marcó el comienzo de
la crítica al Papado y a la Iglesia. Esta crítica llevó durante la Revolución
francesa no sólo al desposeimiento de los bienes del clero, sino a intentos de
descristianización radical. ” Enciclopedia p. 7913
Durante la Revolución Francesa, el Gobierno francés depuso al papa Pío VI y crea la primera República Romana, pero el papa, apelando a alianzas con países enfrentados entre sí consigue que sus territorios le sean devueltos.
A comienzos del siglo XIX, luego de las guerras napoleónicas, Italia se encontraba fragmentada en 7 estados: Al norte el reino de Piamonte regido por Victor Manuel II y el reino de Lombardía y Venecia en poder de Austria. En el centro los ducados austriacos de Parma, Módena y Toscana, y los Estados Pontificios y, al sur, el reino de Nápoles en manos de los Borbones de España.
Victor Manuel II empieza un movimiento para reunificar Italia ganando primero el reino Lombardo y los ducados austriacos, y luego Nápoles. En 1860 derrota al ejército del papa y consigue incorporar a Italia los Estados Pontificios excepto la región de Roma.
Finalmente el 20 de setiembre de 1870 las tropas piamontesas ocuparon la ciudad de Roma, obligando al papa Pío IX a recluirse en el vecindario del Vaticano y consolidando la unidad italiana.
Actualmente el Estado de la Ciudad del Vaticano es considerado un Estado Independiente. El papa es reconocido como su Jefe de Estado.
A comienzos del siglo XIX, luego de las guerras napoleónicas, Italia se encontraba fragmentada en 7 estados: Al norte el reino de Piamonte regido por Victor Manuel II y el reino de Lombardía y Venecia en poder de Austria. En el centro los ducados austriacos de Parma, Módena y Toscana, y los Estados Pontificios y, al sur, el reino de Nápoles en manos de los Borbones de España.
Victor Manuel II empieza un movimiento para reunificar Italia ganando primero el reino Lombardo y los ducados austriacos, y luego Nápoles. En 1860 derrota al ejército del papa y consigue incorporar a Italia los Estados Pontificios excepto la región de Roma.
Finalmente el 20 de setiembre de 1870 las tropas piamontesas ocuparon la ciudad de Roma, obligando al papa Pío IX a recluirse en el vecindario del Vaticano y consolidando la unidad italiana.
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Actualmente el Estado de la Ciudad del Vaticano es considerado un Estado Independiente. El papa es reconocido como su Jefe de Estado.
Estado de la Ciudad del Vaticano |
El Vaticano en vista satélite |
El Vaticano en Roma |
Roma |
Italia Central |
Italia |
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Fuentes citadas:
MENTOR, Enciclopedia de Ciencias Sociales, Barcelona 1999.
Enciclopedia, SALVAT. Madrid, 2004.
1 comentario:
Interesante, amigo, muy interesante. He recordado mis clases de Historia de la Iglesia.
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