Acto
primero: Paco y Ana son una pareja heterosexual común y corriente que habla de
sus fantasías sexuales. Lo que no sabe Ana es que cuando Paco dice que piensa en
Antonio Banderas cuando hacen el amor, no está bromeando.
Acto
segundo: Ana engaña a Paco con su mejor amigo, David, quien le confiesa que, si
pudiera, haría el amor con Antonio Banderas.
Acto tercero: Nos enteramos que Paco y David
son algo que Paco no puede siquiera mencionar: “pareja”.
Jules et Jim, la película de Francois Truffaut,
sí era una cosa rara en 1962: un trío amoroso que forman los dos amigos con
Catherine, donde cada uno estaba feliz en cada lado de este triángulo. Y este
es el meollo de la rareza: la felicidad encontrada en un arreglo inusual.
En "Ornitorrinco", obra del mexicano Humberto Robles,
ninguno de los protagonistas se encuentra cómodo en esta relación. Ana se siente
culpable por engañar y desencajada de saber que sus amantes son homosexuales, Paco
se siente confundido de tener una relación homosexual y David, aunque lo
intenta, no es Truffaut: no encuentra, en ese arreglo inusual, la manera de ser
feliz y de hacer felices a los otros dos (le duele que Paco no se acepte y le
frustra que Ana se sienta culpable).
“La bisexualidad es el estado perfecto” dice
David. Y luego se explica brevemente: No importa si es hombre o
mujer lo que importa es su interior. Loable intento de buscar aceptación. Pero
luego el mismo personaje reflexiona: “Hacerlo con una mujer es suave. Con un
hombre es fuerte. La mujer se te va de las manos. El hombre no, siempre está
ahí, dispuesto a la batalla.” Reproduciendo roles de género de lo más
conservadores.
Y se repite dos veces la frase “Todo lo que la
naturaleza puede producir ya ha sido producido”. O sea, no hay nada nuevo bajo
el sol. Debemos tomar de forma natural cualquier tipo de relación. Esta frase hubiera
quedado perfecta si al final los personajes aceptaran de forma natural su
condición, eso sí sería revolucionario y postmoderno (ver porqué El OficioCrítico y El Teatro Sabe la llaman una comedia postmoderna).
De todas maneras es una obra que abre la puerta
al debate y eso es bueno. Además expone al público limeño, en una puesta fácil de ver, a una relación
homosexual sin eufemismos. Cruda por los cuerpos desnudos y por los afectos
sexuales vivos y directos. Por eso mismo es excelente que la Municipalidad de
Lima la haya sacado del gueto exclusivo de los que van al teatro en Miraflores
o en Barranco y la haya traído a las calles del centro en una presentación
gratuita. Aplausos para ella.
…
Y hay más. El 4 de febrero pondrán en escena “Lo
que Sabemos” y el 25 “El Proyecto Laramie”. Siempre gratis y en la Plazuela de
las Artes (Jr. Ica 377). Es a las 8 p.m. pero hay que llegar temprano porque la
cola empieza a formarse desde las 5. Los de la tercera edad tienen preferencia. Aquí pueden ver la programación completa.
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